Un pequeño corazón de obsidiana
Hoy, después de unos días de no tener la pieza de mi perforación, comencé a buscarla para regresarla a mi ceja.
Aproximadamente, cada 2 meses, me la quito por un tiempo para desinfectarla y lavarme bien el área, pero, como suele suceder, se me olvidó donde la había dejado y la busqué en todos los lugares en los que suelo poner mis piezas de repuesto cuando las tengo.
En una de esas cajitas de metal para dulces, encontré algo que realmente se me había olvidado:
Encontré el corazón de obsidiana que un día Josué le trató de regalar a Viridiana y ella lo estrelló en el suelo; estaba desquebrajado, pero aún así, conserva la figura inicial.
Él me regaló el corazón del día que fuimos con Iraís a visitar a Bulba a su secundaria; llevaba el anillo de oro que me regaló mi abuela, fue hecho especialmente para que tuviera mi inicial y era oro de 24k, pero lo realmente hermoso es que fué un regalo de mis abuelos.
Ese día, nos robamos del Sanborns esa caja metálica de dulces y jugamos mucho con esos dulces y con el hecho de que los 3 éramos nuevos en Tibia, así que apostábamos dinero tibiero en pruebas y malabares con los dulcecitos.
Después, fuimos al billar y, antes de irnos, pasamos al Sanborns de nuevo para ir al baño. Cuando me lavaba las manos, me quité el anillo para que no se mojara y se me resbalara, pero lo dejé en el baño.
Lo malo fue que no me dí cuenta hasta que ya estabamos en el camión de regreso; sabía que, si volvíamos al Sanbrons, el anillo no seguiría ahí. Estaba triste por el anillo, realmente significaba mucho para mí y, para hacer un equilibrio de la situación, Josué me regaló el corazón.
-Tómalo-me dijo él indiferente-siempre lo cargo conmigo, pero me trae más malos recuerdos que buenos.
No quize tomarlo, pero lo hice... ahora, casi un año después o menos, encontré el corazón que por un tiempo significó la amistad que los dos tuvimos, ahora, sólo vi un pequeño corazón de obsidiana.
Por un momento, pensé en tirarlo, ya no servía para nada que lo tuviera, pero, no pude, al final de cuentas, dejó de ser mío, ya no tengo derecho sobre él, por lo que cerré esa cajita de metal y la metí hasta el fondo de mi cajón, esperando el momento de que su dueño decida que hacer con él.
Aproximadamente, cada 2 meses, me la quito por un tiempo para desinfectarla y lavarme bien el área, pero, como suele suceder, se me olvidó donde la había dejado y la busqué en todos los lugares en los que suelo poner mis piezas de repuesto cuando las tengo.
En una de esas cajitas de metal para dulces, encontré algo que realmente se me había olvidado:
Encontré el corazón de obsidiana que un día Josué le trató de regalar a Viridiana y ella lo estrelló en el suelo; estaba desquebrajado, pero aún así, conserva la figura inicial.
Él me regaló el corazón del día que fuimos con Iraís a visitar a Bulba a su secundaria; llevaba el anillo de oro que me regaló mi abuela, fue hecho especialmente para que tuviera mi inicial y era oro de 24k, pero lo realmente hermoso es que fué un regalo de mis abuelos.
Ese día, nos robamos del Sanborns esa caja metálica de dulces y jugamos mucho con esos dulces y con el hecho de que los 3 éramos nuevos en Tibia, así que apostábamos dinero tibiero en pruebas y malabares con los dulcecitos.
Después, fuimos al billar y, antes de irnos, pasamos al Sanborns de nuevo para ir al baño. Cuando me lavaba las manos, me quité el anillo para que no se mojara y se me resbalara, pero lo dejé en el baño.
Lo malo fue que no me dí cuenta hasta que ya estabamos en el camión de regreso; sabía que, si volvíamos al Sanbrons, el anillo no seguiría ahí. Estaba triste por el anillo, realmente significaba mucho para mí y, para hacer un equilibrio de la situación, Josué me regaló el corazón.
-Tómalo-me dijo él indiferente-siempre lo cargo conmigo, pero me trae más malos recuerdos que buenos.
No quize tomarlo, pero lo hice... ahora, casi un año después o menos, encontré el corazón que por un tiempo significó la amistad que los dos tuvimos, ahora, sólo vi un pequeño corazón de obsidiana.
Por un momento, pensé en tirarlo, ya no servía para nada que lo tuviera, pero, no pude, al final de cuentas, dejó de ser mío, ya no tengo derecho sobre él, por lo que cerré esa cajita de metal y la metí hasta el fondo de mi cajón, esperando el momento de que su dueño decida que hacer con él.
1 Comments:
Tú eres el dueño, haz lo que quieras con él.
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